23 junio, 2014

La sonrisa de Kafka


A veces olvido que vine al mundo a pasar ocho, diez, doce horas diarias sentado frente al resplandor ciego de una pantalla, rompiéndome la espalda y la voluntad y los ojos en un diminuto cubículo donde apenas quepo en mi silla giratoria con las piernas encogidas junto al bote de basura, debajo de un escritorio de plástico...

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