25 diciembre, 2011

LLANURA TRASLÚCIDA

El verso está partido en dos 
tú no lo ves y no se escucha
una pausa de asmático abrir el 
repentino abismo por el que 
se cae la idea o de la cama
las sábanas cuando el calor
no hay intermitencias es un 
solo silencio consumido por dos 
bocas que se asfixian
mutuamente no hay un lugar
que la lengua no toque 
del lenguaje una superficie azul llanura traslúcida el río congelado donde patina la mirada
lo que hay es una fractura 
de luz en la luz
que la atraviesa 
por el centro tú no lo ves 
y no lo entiendes el verso está 
partido en dos como nosotros

03 noviembre, 2011

El enunciado como acontecimiento

Por trivial que sea, por poco importante que nos lo imaginemos en sus consecuencias, por  rápidamente olvidado que pueda ser tras de su aparición, por poco entendido o mal descifrado que lo supongamos, un enunciado es siempre un acontecimiento que ni la lengua ni el sentido pueden agotar por completo. Acontecimiento extraño, indudablemente: en primer lugar porque está ligado por una parte a un gesto de escritura o a la articulación de una palabra, pero que por otra se abre a sí mismo una existencia remanente en el campo de una memoria, o en la materialidad de los manuscritos, de los libros y de cualquier otra forma de conservación; después porque es único como todo acontecimiento, pero se ofrece a la repetición, a la transformación, a la reactivación; finalmente, porque está ligado no sólo con situaciones que lo provocan y con consecuencias que él mismo incita, sino a la vez, y según una modalidad totalmente distinta, con enunciados que lo preceden y que lo siguen.


Michel Foucault, La arqueología del saber

13 octubre, 2011

Habría que alzar


la voz y la vista


levantar la 


                     palabra




andar de puntas


descalzo


sobre la barda


alambrada


del lenguaje


para 


         mirar


lo que hay


al otro lado


                      :





25 julio, 2011

140 CARACTERES


Este miércoles 27 de julio estaré en una de las mesas del ciclo "140 caracteres" organizado por el INBA y el CONACULTA. Los participantes seremos Marco Colín (@MarcoColin), Jorge Harmodio (@harmodio), Gilberto Prado Galán (@gilpg) y yo (@viajerovertical), y vamos a hablar de Twitter como espacio de juego creativo. El evento es a las 19:00 hrs. en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia (Nuevo León 91, Hipódromo Condesa) y podrá seguirse por Twitter a través del Hashtag #140cc.

Acá la invitación:


03 julio, 2011

PARA QUEDARNOS SOLOS



Nos desnudamos

el nombre,

la carne,

también la voz

nos desnudamos

para quedarnos solos

del mundo

y de nosotros.

12 abril, 2011

A cuántas camas de distancia nos soñamos

Después de recorrer a ciegas veinte segundos de luz casi siempre nos encontramos con una misma noche estampada bocabajo sobre un asfalto de metáforas silenciadas. El sueño es solamente una idea no pensada que se le escurrió del útero a una virgen, una gota blanca sin edad, recóndita fractura del viento. No importa a cuántas camas de distancia durmamos, si te tiras de tu sueño caerías en el mío. No importa que esta noche yo no duerma, cuando abres los ojos yo comienzo a soñar.

10 abril, 2011

El río adentro



Se podrían reescribir los cuentos de El llano en llamas con los argumentos narrados por los animales, las piedras, la hierba y el viento.

[Es que somos muy pobres. Remake. Ganador de Tuitrulfo]



04 abril, 2011

Todos los viajes del tiempo

Se bajó de su máquina del tiempo muchos siglos atrás y, al ver que todo era lúgubre, quiso volver. Fue imposible, no encontró su vehículo.




El Viajero del Tiempo se quedó atrapado en su pasado porque fue a una época en la que aún no existían los viajes en el tiempo.




Cuando buscó su máquina del tiempo, le dijeron que la TTP (Time Traveling Police), había llevado su nave al corralón.




Vengo del futuro, decía, y recorría las calles con la mirada perdida. La gente comenzó a ignorarlo, se convirtió en el loco del pueblo.




Vengo del futuro, repetía, pero nadie entendía su lengua. Algunos pensaban que había sido poseído; otros, que simplemente quería atención.




Al loco del pueblo se le veía hacer inscripciones sobre los muros: Mensajes para el futuro, secretos, claves en menos de 140 caracteres.




No pasó mucho tiempo antes de que el loco aprendiera la lengua local (se trataba de una versión arcaica de la suya) y pudiera comunicarse.




Les advirtió de una peste que acabaría con la mayoría de los pobladores. Entonces supieron que no estaba loco, lo creyeron mago, sabio.




El Viajero del Tiempo, después de haberse vuelto sedentario, escribió un copioso libro sobre los viajes en el tiempo.




Escribió un libro sobre los viajes en el tiempo para que alguien lo leyera, inventara una máquina y, siglos después, regresara por él.




No esperaba que, en la relatividad del tiempo, un día después de terminar su libro, alguien viniera del futuro en una máquina. Era él mismo.




Cuando se encontró consigo mismo, el Viajero del Tiempo supo que estaba existiendo simultáneamente en todas las épocas de la historia.




El Viajero del Tiempo supo que nunca se había movido. La historia era un artificio para que su imaginación tuviera un espacio que poblar.




Cuando el Viajero del Tiempo despertó, el dinosaurio todavía no había llegado. Se durmió un par de siglos más para esperarlo.











30 marzo, 2011

El ya no en llamas

Las llamas llano, las llamas ya no. El ya no en llamas. Nombrar es incendiar la cosa que se nombra.


Con el llano en llamas no oyes ladrar los perros. Te digo que se quedan calladitos. Nomás se acercan ahí con miedo y miran con los ojos asombrados el oro que se levanta con furia, se quedan como estudiando el olor de la tierra quemada y escuchan el crujido, las fauces del fuego, como decía el abuelo. El campo se prendió de noche y el incendio creció tanto que a lo lejos parecía que ya estaba amaneciendo. Mucha gente del pueblo peló el ojo. Andábamos todos destanteados por el resplandor amarillo, y como acá no hay luz, el día dura lo que dura el sol asomado. Nos dormimos bien temprano pamanecer con ganas, porque la jornada es larga y cansada. Yo vi la luz y me salí a ordeñar la vaca como todos los días paque mis hermanos no se vayan con un hueco en la panza a la escuela, que les queda allá bajandito el monte. Medio retirado, la mera verdad. Ahí fue cuando vi que ya estaban todos asomados, viendo medio tristes cómo el fuego se tragaba todo el pueblo de Luvina. Ahí fue cuando vi a los perros silenciosos. Y vi sus sombras largas, y sus ojos que brillaban. 


Acuérdate que el día del derrumbe Anacleto Morones gritó: Nos han dado la tierra. Como si sirviera para algo, gritó muy emocionado el iluso ése. Las tierras que les dimos eran puras ruinas, un baldío seco donde ni los zopilotes se querían parar. Hace unos años se incendió toda esa llanura, Luvina, le llaman los más ancianos. Era de noche y nadie supo cómo empezó el fuego. Desde entonces esas tierras ya no dan más que lástima. Ese terreno no sirve para nada, no crece ni la hierba y, además, huele a muerto. Un desperdicio. Por eso se las dimos a Morones. Llevaba años reclamándolas. Tenía unos papeluchos que dizque decían que a su familia le habían dado esas tierras por alguna querella de la época de la Revolución. Pues ve tú a saber si sí, pero nunca le hicimos caso hasta el día que se nos vino abajo la hacienda, lo que quedaba de ella. Ese día supimos que ya no teníamos nada que hacer ahí y le dimos su mentada tierra. Se puso feliz y borracho, pobre pendejo. Acuérdate.


Es que somos muy pobres, Macario. No tenemos para el rescate. ¡Diles que no me maten! 
¿Muy pobres, cabrón? Si fue tu hermano el que se robó la herencia que nos dejó mi madre, que Dios la tenga en su santa gloria. La vecina lo vio salir corriendo de la casa cuando la estábamos enterrando. Ni siquiera se esperó, el hijo de la chingada. Si con ese dinero construyeron su corral y compraron cuatro vaquillas. Antes de eso ustedes no tenían en qué caerse muertos. Así que no me vengas con mentiras. Por mí que te maten a golpes. A ti y a toda tu familia. No queremos ningún rescate. Queremos lo que es nuestro, lo que nos quitaron. Y sí, alguna vez fuimos amigos, pero la sangre es la sangre. Muy pobres, muy pobres, pinches rateros.


La noche que lo dejaron solo, el hombre robó la herencia de Matilde Arcángel. Huyó en la madrugada rumbo a Luvina. Antes de que amaneciera había llegado a su casa, le entregó el dinero a su madre, tomó un cobija y salió. Sabía que Macario y su familia lo irían a buscar. Era el único que estaba en la casa de los Morones esa noche. Pasaron dos semanas antes de que lo encontraran, escondido entre la hierba alta, flaco y con la piel tostada por el sol. Dicen que lo amarraron y se lo llevaron. Pidieron el dinero que les había robado para que lo dejaran, pero la familia se desentendió. Dicen que se gastaron todo el dinero y se olvidaron del asunto. Esperaron casi un año, dicen, y no recibieron nada. Hartos, llevaron a Macario de regreso a Luvina, al campo donde lo habían encontrado y le vaciaron un bote de gasolina. Dicen que con un sólo cerillo bastó para que se prendiera no sólo él, sino toda la llanura. Dicen que se acercaron los perros. Dicen que no los oyeron ladrar.







08 febrero, 2011

Malas decisiones

Tomamos malas decisiones. Fuimos a fiestas a aburrirnos. Escuchamos música vieja. Y conocimos gente. Sonreímos a veces. Estuvimos solos. Leímos muchos libros. Nos dejamos crecer el cabello y las ojeras. Dormimos en hoteles y casas ajenas. Viajamos en trenes.  Nos mintieron. Vaciamos demasiadas botellas. Dejamos de creer. Nadamos en el mismo mar. Rompimos espejos. Tomamos algunos aviones. Tuvimos trabajos que abandonamos. Hicimos amigos que dejamos de frecuentar. Caímos y nos ensuciamos la piel con tierra y sangre. Tomamos fotografías de lugares que hemos aprendido a olvidar. Aprendimos que hay poco que aprender. Escribimos páginas prescindibles. Lloramos algún dolor en silencio contra la almohada. Sobrevivimos a derrumbes e inundaciones. Fatigamos camas y caminos. Tomamos malas decisiones.

Pero nos encontramos. El pasado no nos ensució en vano.

25 enero, 2011

Esta historia es nuestra

Él está de espaldas a lo que ocurre. Parece estarlo siempre. Como si todo ocurriera a escondidas suyas o como si él hubiera preferido no darse cuenta. Él prefiere no hacerlo. Está demasiado ocupado en el resplandor que producen los ojos de ella con esta luz baja. No deja de mirarla ni para darle un trago a su cerveza. Está demasiado ocupado viendo cómo se le resbalan las palabras de los labios. Está pensando. En ella. Que es suya. Toda. La mira. Y no voltea.

Ella le cuenta historias de los otros. Ella le está contando una historia. La historia de ellos. Sentados más allá. Él no los ve porque no voltea. Ellos que no importan. Ella le está queriendo decir algo. Ellos son el pretexto. Esta historia es nuestra.

Ellos que no importan pueden ser cuatro o siete pero no importan. Entonces serán dos. Un hombre y una mujer. (Ellos no deben confundirse con nosotros. Nunca.) 

Alguien cumple años esta noche. Los que no importan hablan de la edad. Envejecer. Morir. Los que no importan hablan de la muerte. Ella alcanza a oír sobre el sonido sostenido que producen varias conversaciones que coexisten en un espacio reducido. El día que nacemos es cuando estamos más cerca de la muerte. El día más cercano a nuestro origen es el día más cercano a la muerte. Pero ella no sabe porque no me conoce y no le puedo decir. Eso es lo que piensa ella.

Cuando me muera quiero que esparzan mis cenizas. La frase que no acaba.  El lugar común. El asentimiento. Él sigue hablando pero en esta historia ya no importa lo que dice. Ella escuchó la palabra muerte y pensó en su muerte. Algo como un reflejo. La mano de ella sobre el brazo de él. Algo entre un apretón y una caricia. Un gesto incierto. Un intento por atarlo a la vida. Mantenerlo con ella para siempre. Un gesto incierto. Él no lo nota. 







Statcounter