08 noviembre, 2013

Librerías y bibliotecas

Así, creo, es como funcionan las librerías y las bibliotecas: sin jerarquías ni orden, postulando acaso una teoría del caos.

Una librería pone manuales sobre el amor junto a estampitas de colores; hace cabalgar a Napoleón en Marengo junto a las memorias de una doncella de cámara y, entre un libro de sueños y otro de cocina, hace marchar a antiguos ingleses por los caminos anchos y estrechos del Evangelio.
                             WALTER BENJAMIN, Libro de los pasajes



Rodolfo Hinostroza, José Watanabe,
Antonio Cisneros:
le estuve recitando sus poemas
a la botella de Johnny Walker, mi psicólogo rubio,
quien se veía visiblemente emocionado.
Hinostroza, Watanabe, Cisneros:
se repudiaban también Eliot y Williams
pero ambos descansan, uno al lado de otro,
en los estantes de esta biblioteca.
Tal es el destino de los buenos poetas
una vez que han muerto: no rechazarse
como polos opuestos de un imán
sino mezclarse bajo los ojos
de un mestizo borracho
a altas horas de la madrugada.

                              FABIÁN CASAS, El pequeño mecanismo de los acontecimientos
 
 

28 octubre, 2013

José Watanabe, "Sugerencias"

Aviso que la silla donde escribo por triplicado
y tomo mi refrigerio
ya me está tatuando la espalda y las nalgas.


¿Por qué no mandan una circular
permitiendo a los oficinistas
desfilar con su escritorio al parque de enfrente?
Los literatos dicen que estamos muertos,
pero qué difícil resulta ocultar de los ojos de los muertos
en un triste acto de magia
la sonrisa de mi mujer, mis libros, mi hijo
                 anunciado por el tejido de lana Patito
                 que me ensueña largamente hasta las babas.


Aviso también que hoy el sol se ocultará temprano:
                 sólo los viernes permanece hasta la madrugada
                 como un beneficio de la semana inglesa.


(Entonces hablamos con una suficiencia que es para llorar
porque ningún conocimiento es ajeno a los oficinistas en la cantina).


Pero lo que quiero decir es rata
                                encorbatada rata
                                             jefe rata
rata que se baña o canta bajo la ducha
haciendo inútil el excesivo perfume de las secretarias
porque el agua no ducha
                 la caca del corazón de la rata.
Pero condesciendo y condesciendo.


Condesciendo y
a veces soy el que deja anónimos en el buzón de sugerencias
                                grandes venganzas
                                           que son para llorar
en el parque de enfrente.

08 mayo, 2013

La vida de un extranjero en la orilla del mundo

Sí, podría empezar así, aquí, de un modo un poco pesado y lento, en ese lugar neutro que es de todos y de nadie, donde se cruza la gente casi sin verse, donde resuena lejana y regular la vida de la casa. En la calle, a causa de mi fatiga y también porque no habíamos subido las persianas, sentí bruscamente el día, ya a pleno sol, como una bofetada. Todo cambia frente a mí y, a pesar de todo, yo sigo así, siempre el mismo. vivo como un explorado, cuanto más avanzo en la búsqueda del centro del laberinto, más me alejo de él. Dentro de poco dormiré y, al despertar, habré pasado a formar parte de un mundo nuevo.

__________________
1.Georges Perec, La vida instrucciones de uso. Primera oración del libro.
2. Albert Camus, El extranjero. Segunda oración de la página 50.
3. Fiodor Dostoyevski, Los hermanos Karamazov. Segunda oración de la página 100.
4. Enrique Vila-Matas, Bartleby y compañía, Penúltima oración de la página 150.
5. Haruki Murakami, Kafka en la orilla. Última oración del libro.

01 abril, 2013

Borges se mueve dentro del concepto Reader's Digest de la cultura


'Soy un hombre seminstruido', ironiza Borges cada vez que alguien, hechizado por las citas, los nombres propios y las bibliografías extranjeras, lo pone en el pedestal de la autoridad y el conocimiento. Una cierta pedantería aristocrática resuena en la ironía, pero también una pose de poder, el tipo de satisfacción que experimenta un estafador cuando comprueba la eficacia de su estafa. Y la estafa consiste, en este caso, en la prodigiosa ilusión de saber que Borges produce manipulando una cultura que básicamente es ajena. Cultura de enciclopedia (aunque sea la ilustre Británica), esto es: cultura resumida y faeneada, cultura del resumen, la referencia y el ahorro, cultura de la parte (la entrada de la enciclopedia) por el todo (la masa inmensa de información que la entrada condensa). En más de un sentido, por sofisticadas que suenen en su boca las lenguas, los autores y las ideas forasteras, Borges —la cultura de Borges— se mueve siempre con comodidad dentro de los límites del concepto Reader's Digest de la cultura. Borges no deja de evocar, cuando rememora sus primeras lecturas, los deleites que le deparaba la undécima edición de la Enciclopaedia Britannica. Sin duda las prosas de Macaulay o la de De Quincey —dos de los ilustres contributors que hicieron de esa edición única, histórica— tuvieron mucho que ver con ese deslumbramiento de infancia. Pero si la Britannica es el modelo de la erudición borgeana, es porque lo que Borges aprende allí, de una vez y para siempre, no son tanto los lujos de una escritura noble como los secretos para operar en una doble frecuencia simultánea: en el 'estilo' y en la reproducción, en la alta literatura y el proyecto divulgador, popularizador, que encierra toda enciclopedia...

Alan Pauls, El factor Borges. 

04 marzo, 2013

A RBN

Para los que se van 
de esta fiesta móvil,
para los que todavía
nos estamos yendo
y seguimos siendo tristes.
Para los que se quedan 
en el centro de su ausencia 
creciendo hacia ninguna parte, 
como el eco de un silencio muy ruidoso.

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