25 julio, 2011

140 CARACTERES


Este miércoles 27 de julio estaré en una de las mesas del ciclo "140 caracteres" organizado por el INBA y el CONACULTA. Los participantes seremos Marco Colín (@MarcoColin), Jorge Harmodio (@harmodio), Gilberto Prado Galán (@gilpg) y yo (@viajerovertical), y vamos a hablar de Twitter como espacio de juego creativo. El evento es a las 19:00 hrs. en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia (Nuevo León 91, Hipódromo Condesa) y podrá seguirse por Twitter a través del Hashtag #140cc.

Acá la invitación:


03 julio, 2011

PARA QUEDARNOS SOLOS



Nos desnudamos

el nombre,

la carne,

también la voz

nos desnudamos

para quedarnos solos

del mundo

y de nosotros.

12 abril, 2011

A cuántas camas de distancia nos soñamos

Después de recorrer a ciegas veinte segundos de luz casi siempre nos encontramos con una misma noche estampada bocabajo sobre un asfalto de metáforas silenciadas. El sueño es solamente una idea no pensada que se le escurrió del útero a una virgen, una gota blanca sin edad, recóndita fractura del viento. No importa a cuántas camas de distancia durmamos, si te tiras de tu sueño caerías en el mío. No importa que esta noche yo no duerma, cuando abres los ojos yo comienzo a soñar.

10 abril, 2011

El río adentro



Se podrían reescribir los cuentos de El llano en llamas con los argumentos narrados por los animales, las piedras, la hierba y el viento.

[Es que somos muy pobres. Remake. Ganador de Tuitrulfo]



04 abril, 2011

Todos los viajes del tiempo

Se bajó de su máquina del tiempo muchos siglos atrás y, al ver que todo era lúgubre, quiso volver. Fue imposible, no encontró su vehículo.




El Viajero del Tiempo se quedó atrapado en su pasado porque fue a una época en la que aún no existían los viajes en el tiempo.




Cuando buscó su máquina del tiempo, le dijeron que la TTP (Time Traveling Police), había llevado su nave al corralón.




Vengo del futuro, decía, y recorría las calles con la mirada perdida. La gente comenzó a ignorarlo, se convirtió en el loco del pueblo.




Vengo del futuro, repetía, pero nadie entendía su lengua. Algunos pensaban que había sido poseído; otros, que simplemente quería atención.




Al loco del pueblo se le veía hacer inscripciones sobre los muros: Mensajes para el futuro, secretos, claves en menos de 140 caracteres.




No pasó mucho tiempo antes de que el loco aprendiera la lengua local (se trataba de una versión arcaica de la suya) y pudiera comunicarse.




Les advirtió de una peste que acabaría con la mayoría de los pobladores. Entonces supieron que no estaba loco, lo creyeron mago, sabio.




El Viajero del Tiempo, después de haberse vuelto sedentario, escribió un copioso libro sobre los viajes en el tiempo.




Escribió un libro sobre los viajes en el tiempo para que alguien lo leyera, inventara una máquina y, siglos después, regresara por él.




No esperaba que, en la relatividad del tiempo, un día después de terminar su libro, alguien viniera del futuro en una máquina. Era él mismo.




Cuando se encontró consigo mismo, el Viajero del Tiempo supo que estaba existiendo simultáneamente en todas las épocas de la historia.




El Viajero del Tiempo supo que nunca se había movido. La historia era un artificio para que su imaginación tuviera un espacio que poblar.




Cuando el Viajero del Tiempo despertó, el dinosaurio todavía no había llegado. Se durmió un par de siglos más para esperarlo.











30 marzo, 2011

El ya no en llamas

Las llamas llano, las llamas ya no. El ya no en llamas. Nombrar es incendiar la cosa que se nombra.


Con el llano en llamas no oyes ladrar los perros. Te digo que se quedan calladitos. Nomás se acercan ahí con miedo y miran con los ojos asombrados el oro que se levanta con furia, se quedan como estudiando el olor de la tierra quemada y escuchan el crujido, las fauces del fuego, como decía el abuelo. El campo se prendió de noche y el incendio creció tanto que a lo lejos parecía que ya estaba amaneciendo. Mucha gente del pueblo peló el ojo. Andábamos todos destanteados por el resplandor amarillo, y como acá no hay luz, el día dura lo que dura el sol asomado. Nos dormimos bien temprano pamanecer con ganas, porque la jornada es larga y cansada. Yo vi la luz y me salí a ordeñar la vaca como todos los días paque mis hermanos no se vayan con un hueco en la panza a la escuela, que les queda allá bajandito el monte. Medio retirado, la mera verdad. Ahí fue cuando vi que ya estaban todos asomados, viendo medio tristes cómo el fuego se tragaba todo el pueblo de Luvina. Ahí fue cuando vi a los perros silenciosos. Y vi sus sombras largas, y sus ojos que brillaban. 


Acuérdate que el día del derrumbe Anacleto Morones gritó: Nos han dado la tierra. Como si sirviera para algo, gritó muy emocionado el iluso ése. Las tierras que les dimos eran puras ruinas, un baldío seco donde ni los zopilotes se querían parar. Hace unos años se incendió toda esa llanura, Luvina, le llaman los más ancianos. Era de noche y nadie supo cómo empezó el fuego. Desde entonces esas tierras ya no dan más que lástima. Ese terreno no sirve para nada, no crece ni la hierba y, además, huele a muerto. Un desperdicio. Por eso se las dimos a Morones. Llevaba años reclamándolas. Tenía unos papeluchos que dizque decían que a su familia le habían dado esas tierras por alguna querella de la época de la Revolución. Pues ve tú a saber si sí, pero nunca le hicimos caso hasta el día que se nos vino abajo la hacienda, lo que quedaba de ella. Ese día supimos que ya no teníamos nada que hacer ahí y le dimos su mentada tierra. Se puso feliz y borracho, pobre pendejo. Acuérdate.


Es que somos muy pobres, Macario. No tenemos para el rescate. ¡Diles que no me maten! 
¿Muy pobres, cabrón? Si fue tu hermano el que se robó la herencia que nos dejó mi madre, que Dios la tenga en su santa gloria. La vecina lo vio salir corriendo de la casa cuando la estábamos enterrando. Ni siquiera se esperó, el hijo de la chingada. Si con ese dinero construyeron su corral y compraron cuatro vaquillas. Antes de eso ustedes no tenían en qué caerse muertos. Así que no me vengas con mentiras. Por mí que te maten a golpes. A ti y a toda tu familia. No queremos ningún rescate. Queremos lo que es nuestro, lo que nos quitaron. Y sí, alguna vez fuimos amigos, pero la sangre es la sangre. Muy pobres, muy pobres, pinches rateros.


La noche que lo dejaron solo, el hombre robó la herencia de Matilde Arcángel. Huyó en la madrugada rumbo a Luvina. Antes de que amaneciera había llegado a su casa, le entregó el dinero a su madre, tomó un cobija y salió. Sabía que Macario y su familia lo irían a buscar. Era el único que estaba en la casa de los Morones esa noche. Pasaron dos semanas antes de que lo encontraran, escondido entre la hierba alta, flaco y con la piel tostada por el sol. Dicen que lo amarraron y se lo llevaron. Pidieron el dinero que les había robado para que lo dejaran, pero la familia se desentendió. Dicen que se gastaron todo el dinero y se olvidaron del asunto. Esperaron casi un año, dicen, y no recibieron nada. Hartos, llevaron a Macario de regreso a Luvina, al campo donde lo habían encontrado y le vaciaron un bote de gasolina. Dicen que con un sólo cerillo bastó para que se prendiera no sólo él, sino toda la llanura. Dicen que se acercaron los perros. Dicen que no los oyeron ladrar.







08 febrero, 2011

Malas decisiones

Tomamos malas decisiones. Fuimos a fiestas a aburrirnos. Escuchamos música vieja. Y conocimos gente. Sonreímos a veces. Estuvimos solos. Leímos muchos libros. Nos dejamos crecer el cabello y las ojeras. Dormimos en hoteles y casas ajenas. Viajamos en trenes.  Nos mintieron. Vaciamos demasiadas botellas. Dejamos de creer. Nadamos en el mismo mar. Rompimos espejos. Tomamos algunos aviones. Tuvimos trabajos que abandonamos. Hicimos amigos que dejamos de frecuentar. Caímos y nos ensuciamos la piel con tierra y sangre. Tomamos fotografías de lugares que hemos aprendido a olvidar. Aprendimos que hay poco que aprender. Escribimos páginas prescindibles. Lloramos algún dolor en silencio contra la almohada. Sobrevivimos a derrumbes e inundaciones. Fatigamos camas y caminos. Tomamos malas decisiones.

Pero nos encontramos. El pasado no nos ensució en vano.

25 enero, 2011

Esta historia es nuestra

Él está de espaldas a lo que ocurre. Parece estarlo siempre. Como si todo ocurriera a escondidas suyas o como si él hubiera preferido no darse cuenta. Él prefiere no hacerlo. Está demasiado ocupado en el resplandor que producen los ojos de ella con esta luz baja. No deja de mirarla ni para darle un trago a su cerveza. Está demasiado ocupado viendo cómo se le resbalan las palabras de los labios. Está pensando. En ella. Que es suya. Toda. La mira. Y no voltea.

Ella le cuenta historias de los otros. Ella le está contando una historia. La historia de ellos. Sentados más allá. Él no los ve porque no voltea. Ellos que no importan. Ella le está queriendo decir algo. Ellos son el pretexto. Esta historia es nuestra.

Ellos que no importan pueden ser cuatro o siete pero no importan. Entonces serán dos. Un hombre y una mujer. (Ellos no deben confundirse con nosotros. Nunca.) 

Alguien cumple años esta noche. Los que no importan hablan de la edad. Envejecer. Morir. Los que no importan hablan de la muerte. Ella alcanza a oír sobre el sonido sostenido que producen varias conversaciones que coexisten en un espacio reducido. El día que nacemos es cuando estamos más cerca de la muerte. El día más cercano a nuestro origen es el día más cercano a la muerte. Pero ella no sabe porque no me conoce y no le puedo decir. Eso es lo que piensa ella.

Cuando me muera quiero que esparzan mis cenizas. La frase que no acaba.  El lugar común. El asentimiento. Él sigue hablando pero en esta historia ya no importa lo que dice. Ella escuchó la palabra muerte y pensó en su muerte. Algo como un reflejo. La mano de ella sobre el brazo de él. Algo entre un apretón y una caricia. Un gesto incierto. Un intento por atarlo a la vida. Mantenerlo con ella para siempre. Un gesto incierto. Él no lo nota. 







07 diciembre, 2010

Larga distancia

Voy a inventar una historia que no es inventada. Voy a contar de su voz de lejos que acaba de callar. Todo comienza con un teléfono sonando.

Por lo regular, cuando no conozco el número del que me llaman, no contesto el teléfono. A veces dudo. Hoy dudé. Y era una voz de mujer.

Uno puede mantener largas conversaciones telefónicas con perfectos desconocidos. A veces juego a tratar de reconocer quién me llama. Pierdo.

Pero su voz esdrújula me habla desde mí y ni siquiera tengo que reconocerla, es como si siempre estuviera en mis oídos, dormitando.

—Hola —dice—. Llueve mucho. 
Y los pájaros que cantan en esta ventana se quedan a escuchar cómo golpea el agua allá, entre una niebla espesa.

—Ya escuché —contesto y callo. Hablo de la lluvia que cae del otro lado de la línea. La imagino: mojada, la falda apretándole el culo.

Me cuenta que está en el peor lugar, en una glorieta. Los taxis no se detienen y se le moja la voz. Desde ahí me llama, desde la lluvia.

Húmeda, yo la sigo pensando húmeda. Los pezones duros, desafiando al vértigo, las gotas lentas resbalando entre las tetas y la falda pegada.

Los minutos se están persiguiendo para ir a morir debajo de esa niebla que no deja ver su cuerpo mojado.

—Me queda un minuto —me dice de pronto—, te voy a leer. 
—Se va a mojar el libro —digo. 
—Ya está todo mojado —replica y ríe—. Te voy a leer.

Comienza: «Ayer te besé en los labios». Escucho con los ojos cerrados e imagino las gotas aplastándose sobre la página mientras lee.

Escucho los versos sobre ese coro de gotas rotas contra el asfalto. Ojos cerrados y la sigo pensando húmeda en ese beso que me lee.

Y desde el libro mojado dice: «ya no es una carne ni una boca lo que beso, que se escapa, que me huye. No. Te estoy besando más lejos».

La voz a ti debida, un título de 1933, nunca tuvo más sentido que ahora, pienso, en esta lluvia que sólo moja de su lado de la línea.

—Quedan diez segundos —dice apresurada, con el libro abierto, lleno de palabras y lluvia y niebla. Y la piel fría. Toda ella es un adiós.

Pero antes de despedirse dice dos palabras demasiado ciertas que siempre sabe hacer sonar como si las inventara detrás de los labios.

Colgamos. Ya no escucho la lluvia ni su voz, que también sabe mojar. Otra vez la imagino húmeda, perdiéndose entre el cielo bajo de Xalapa.

Y vine, entonces, a inventar esta historia que no es inventada. Vine a contar de su voz de lejos que otra vez duerme. El teléfono no suena.

04 diciembre, 2010

Veinte postales para un sábado (o una sola)



1. Este sábado comenzó con prisa, casi queriendo ser viernes.


2. Salí de casa aún con noche y sueño. Y mucho frío.


3. Dar vueltas en círculos como ritual para comenzar a despertar, o como un juego de hipnosis para regresar sonámbulo de la vigilia al sueño.


4. Pero antes de salir te vi soñar del otro lado de la pantalla: la computadora encendida, tus ojos apagados.


5. Y vi el sol levantarse del otro lado de un estacionamiento, atrás de espectaculares con anuncios de vuelos, enfrente de un cielo nube polvo.


6. El sol también tenía frío. Despedía una luz floja y lenta.


7. Vemos los minutos pasar al ritmo en que la sombra se va retirando, como un ejército, como una nación que cede territorio.


8. Tres insomnes noche adentro se encaminan hacia el día sobre una pista de hielo gris asfalto.


9. Desayunamos pedazos de calor como si fueran los primeros alimentos del último día. Siempre hay una última vez.


10. Tazas de café entre las manos, como tres indigentes calentándose en torno a un bote con fuego. Escena tantas veces repetida en Hollywood.


11. Y somos tres findimundistas reunidos como una frase subordinada y larga pero sin comas o una conversación que puede ser leída como monólogo.


12. Una conversación puede girar en torno a una sola idea, tratar a una frase como figura geométrica.


13. Hablamos de poesía concreta y de poesía en general, de una colección de cuentos que es en realidad una novela de @.


14. Hablamos de @ y de @, de Bogotá y de Xalapa, ciudades que fuman y lloran. La distancia, esa palabra.


15. Hablamos de que las calles se recorren como cuerpos, pero más bien lo pensamos y no lo dijimos.


16. Hablamos de noches de no dormir, de los poemarios que a veces se escriben a las prisas, como deseando no morir.


17. Dije tu nombre tres, cuatro, diez veces.


18. Se dijo algo sobre el cansancio, de los días que es preciso pasar sobre la cama y no hacer nada diferente a tenernos.


19. Y fuimos de regreso, pero ahora con el sol sobre los ojos y un calor que quema a través del viento cansado que le ha dado una tregua al día.


20. Algunas otras cosas dijimos, pero esto ya te lo he contado.

18 junio, 2010

Cuentuitos: microrrelatos extraídos de mi Timeline

Extraigo estos microrrelatos que escribí ayer al aire. Todos de menos de 140 caracteres. (E incluyo uno de @pavelandrade.) Mi primer colección de cuentuitos de jueves...

 
  1.  Después de tanto tiempo, seguimos esperando la avenida del señor. #cuentuitos
  2. Ella se hincó, como para adorar a un dios, y abrió la boca, pero no para rezar. #cuentuitos
  3.  Tomó cerveza y quiso ser besado. #cuentuitos
  4. La realidad le parecía muy cuadrada, entonces se hizo a la mar y cayó al precipicio en el fin del mundo. #cuentuitos
  5. La horizontal yacía sin vida, la vertical la miró con miedo. Otro crimen de la diagonal matona. #cuentuitos
  6. No importa lo que pase, se siente bien saber que cuentuito contigo para todo. #cuentuitos.
  7. Su beso duró toda la vida, pero no se querían. Eran siameses unidos por la comisura de sus bocas. #cuentuitos
  8. Solía tener sueños húmedos, tenía goteras en la casa. #cuentuitos
  9. No éramos más que un par de insomnes, pero cuando pasamos la noche juntos reconciliamos el sueño. #cuentuitos
  10. Después de tanto amar, aquella noche se sintió desarmada, desalmada. Se tuvo que amar de valor. #cuentuitos
  11. En lugar de fumar un cigarro después de hacer el amor, hacía figuras de papel. Origasmo, le llamaba. #cuentuitos
  12. Hay modelos para armar. Y también modelos para amar. #cuentuitos
  13. Al principio fue el verbo. Lo supo Yoda y comenzó a hablar en hipérbaton. #cuentuitos
  14. Sí, soy paranoico. Pero eso no significa que no me estén siguiendo --le dije a uno de mis seguidores. #cuentuitos
  15. Pensaba en el cuerpo del vino y le daban ganas de hacerle el amor. #cuentuitos
  16. ¡El horror, el horror! Había llegado a la última línea del libro. #cuentuitos
  17. Se armó de valor. Y disparó una ráfaga de valentía contra todos sus miedos. #cuentuitos
  18. Dobló la esquina y luego otra, y otra y otra. Quería guardar en su bolso todas las calles que les pertenecían. #cuentuitos
  19. Dobló la esquina, siguió, dobló otra esquina. Hacía papiroflexia. #cuentuitos

  20. La
    besó sorpresivamente, no tuvo tiempo de decir esta boca es mía. #cuentuitos
  21. Si lo que quería era llegar temprano, lo que habría tenido que hacer era comenzar a correr desde el día anterior. #cuentuitos

01 julio, 2009

El mal de Montano o una pasión no correspondida

Recuerdo ahora un relato de Enrique Vila-Matas: “Los amores que duran toda una vida”. Pienso que también podría llamarse “Una pasión no correspondida”. En él se cuentan dos historias de amor entrelazadas, pero se trata de un amor irrealizado, secreto, imposible. Omitiendo la anécdota, lo que postula ese relato es que el amor ideal, el único que no se agota es el que no se manifiesta. En un punto se lee:

Yo creo que Fernando se enamoró deliberadamente de ese tipo de amor que nos hace pasarlo muy mal porque lo guardamos en secreto y nunca somos (y estamos seguros de que nunca lo seremos) correspondidos, lo cual en el fondo es todo un alivio, porque es terrible que te quieran.

Y más adelante:

Su incorregible tendencia a la desmesura se reflejaba también en la cuestión del amor, pues qué otra cosa es amar desmesuradamente sino amar con una extraña profundidad, silenciosamente, sin ser correspondido.



En conclusión, los amores que duran toda una vida son aquellos que permanecen en secreto, las pasiones no correspondidas. Como esas relaciones que se dan entre una persona y un libro: el amor a la literatura que, como ha dicho Vargas Llosa, le salvó la vida literalmente, literariamente. (En un sentido se podría decir que Emma Bovary se mató para que él pudiera vivir.) Se trata de suicidios ejemplares, como el de Fernando en el cuento de Vila-Matas, quien hasta el momento de darse un tiro amó en silencio y desesperadamente. A menudo esas historias acaban mal: Alonso Quijano se deja morir de melancolía,1 Anna Karenina leyendo una novela inglesa antes de tirarse a las vías del tren, Emma Bovary (“Se tomó pues la resolución de impedirle a Emma a leer”, se dice en la novela) y, más recientemente en El lector de Bernhard Schlink, Hanna Schmitz colgándose en su celda el día de su liberación, después de haber aprendido a leer.

Todos, buscando entre las páginas formas de hallarle sentido a la experiencia. Todos enfermos de literatura. Todos con el mal de Montano, rodeados de citas de libros y autores. Es fácil imaginar a un Vargas-Llosa joven devorando una y otra vez las páginas de Madame Bovary en una orgía perpetua, a dos alemanes (Adolf y Thomas) embelesados con El mundo como voluntad y representación, a un Borges todavía niño con una versión inglesa del Quijote, a mí mismo deslumbrado por esas páginas de verdadera poesía con que Rulfo escribió una de las mejores novelas que haya leído, y, en otro plano, la navidad parisina de 1980 en que, a los diecinueve años, Jean Claude Pelletier leyó por primera vez a Benno von Archimboldi. Se trata en realidad de una misma imagen, definitiva en la vida de cada uno, cuando nos damos cuenta de que algo ha cambiado, quizá se rompió algo dentro de nosotros. Roberto Bolaño dejó cristalizada esa imagen en 2666.

1Con la salvedad de que al final quien muere es el viejo Alonso Quijano, acaso el Quijote, al menos como idea, es sempiterno.

19 abril, 2008

Museo de la novela de la fugaz

Hay quienes saben de mi afición por escribir en Moleskine, pero casi nadie sabe que tengo una afición mayor por leer las ajenas. Incluso he leído las de algunos amigos. "Eso no se hace", me han dicho, "uno se entera de cosas que no quiere enterarse", pero mi curiosidad no ceja. Hace unos días por quién sabe qué conjunciones del azar en el Centro Cultural de España me encontré con una. Me salto los detalles. No tiene ningún dato sobre el propietario entonces no puedo regresarla, ahora es mía; no puedo escribir en ella porque a lo mucho debe tener diez páginas en blanco, en la primera se lee con tinta roja y en letra grande con estilo gótico: Museo de la novela de la fugaz. El título me cautivó, he leído algunos fragmentos (geniales algunos, flojos otros) y después de pensarlo un rato me decidí por transcribir de vez en cuando algunas partes y convertir al Museo en una novela por entregas. No sé si la estoy disfrutando tanto porque realmente es buena o sólo me dejo llevar por las extrañas condiciones que la pusieron en mis manos, en todo caso tiene, entre otras cosas, un estilo impecable y un manejo espacio-temporal que envidio; acaso es demasiado moderna --no sé si eso sea una ventaja o una desventaja. Ustedes, lectores accidentales y ocasionales, juzguen.

Así comienza:


I

Es de noche, hace frío y llueve con levedad, lo suficiente para percibir el olor a asfalto mojado. Estamos sentados en la acera, recargados en un muro. Mi mano izquierda toma tu mano derecha, en mi otra mano una taza de té, en tu otra mano un cigarrillo; en mi otra vida esto no significaría nada, en tu otra vida esto significaría algo. Si alguien nos mirara ahora pensaría que somos felices, falsamente felices. Felicidad en zozobra. De vez en cuando interrumpimos al silencio para decir algunas palabras, por ejemplo, "te amo". Te amo, ¿qué significa eso para ti? Me lo dices como quien dice "hola" o "perro" o "gracias", y lo dices tanto que su sentido empieza a diluirse. ¡Qué estupidez quejarse de que a uno lo amen y se lo digan! Será tal vez que no te creo, que no te quiero creer porque temo tener que corresponder a tu amor, como si te debiera algo.

No sé si nos amamos, pero si es así es por casualidad. Todo el mérito fue del azar que me puso, justamente a mí, en el sitio justo, o me puso, injustamente, en el sitio más injusto. Creo que lo más conveniente será remontarme al comienzo, pero no el comienzo de esta historia sino el anterior, el comienzo que hizo posible que hubiera una historia. Termino de escribir esa frase, que en realidad no es mía, y me pregunto si esta historia existe verdaderamente, si no es sólo que la he buscado como quien busca una experiencia para poder luego escribir sobre ella, si mi pasión por la trama me ha llevado a tales vilezas, a hacer que alguien se enamorara de mí y hacerle creer que su amor es recíproco. No, no creo ser capaz de tanto y no debería preocuparme por estos asuntos, puedo actuar como si amara y esperar que el amor llegue luego, que la ficción en que vivo se realice.

Decía que sería bueno ir a los orígenes de esta historia, me retracto, sería un fastidio, incluso para mí. Obviemos las causas, contaré mi historia retrospectivamente. Hay que empezar por el presente, aunque no exista y quede atrás con cada letra que escribo. Para eso debo enmendar el primer párrafo: no es de noche, no hace frío, no llueve. No estamos sentados en la acera y nuestras manos no se tocan, no tomo té ni estás fumando. Esto no significaría nada en otra vida porque no hay otra vida. Nadie nos podría mirar ahora y no interrumpimos al silencio para hablar, no nos decimos "te amo" y no me importa qué significa eso para ti, ni si en serio lo sientes, pero si me lo dijeras no me quejaría por ello, tal vez te creería o tal vez no. Lo que es seguro es que jamás creería que te debo nada y no pretendería amarte por compasión, simplemente no te amo y punto.

En fin, es cerca de mediodía y hace calor. Estoy solo, escuchando Pocket symphony de Air mientras escribo en la libreta que compré ayer con el intento de convertir la historia de los últimos tres meses --acaso los más intensos de mi vida--, es decir, nuestra historia en una nueva novela después de poco más de tres años de no publicar nada y casi uno de haber dejado de hacer literatura. Pasaré a un estilo más tradicional, dejaré de escribir como si fueras mi interlocutora, como si alguna vez fueras a leer esto, si apenas haz hojeado alguno de mis libros. Entonces te dejo, hablaré de ti sin hablarte a ti.

La última vez que la vi íbamos conduciendo en dirección a su casa. Estaba molesta porque no quería que se fuera, en realidad no quería despertar tan temprano y llevarla. Me despertó y dijo "ya vámonos". No dije nada, los dos estábamos desnudos, comencé a tocarla, quería hacerle el amor otra vez, no lo conseguí, entonces me di la vuelta sobre la cama, dándole la espalda, e intenté volver a dormir. Imposible. Cuando me arranqué el sueño y el cansancio del cuerpo ya estábamos vestidos y en el auto, callados. Quería castigarme con su silencio; me agrada el silencio, lo que no me agrada es que se moleste por razones tan absurdas y que me haya negado el sexo, sé que tenía tantas ganas como yo, entonces hablamos. Todo se arregló después de unas disculpas fáciles por no haberme levantado temprano, o eso espero. Llegamos a su casa, me estacioné, ella sacó de su bolsa un libro, un disco y un paquete de cigarrillos, después de encender uno y tomar otros tantos me dio un beso, el libro, el disco, los cigarrillos y dijo: "Háblame en la noche", hizo una pausa, luego continuó, "o mañana, no sé si estaré en casa hoy. Te amo", y se fue. No sé si quería insinuar algo con que no iba a estar en casa pero eso me pareció, sé que hoy verá a su ex novio para poner las cosas en claro y quedar en los mejores términos posibles, llevar la fiesta en paz, me dijo. Para mí esa entrevista es inútil y me pone nervioso, casi cada vez que se han visto --en ocasiones ha bastado con una llamada telefónica-- termino perdiendo, perdiéndola para ser más preciso. Aunque eso es un decir, nunca la he perdido, cuando ha vuelto con Ricardo (ése es el nombre del ex novio, quien, dicho sea de paso, me odia) no ha dejado de verme, de amarme. Pero se supone que esta vez no será así, que van a hablar para poner un fin definitivo, en eso quiero creer.

Volví a casa, puse el disco que me dio V, que es el que escucho ahora. Junto con el disco recibí de vuelta mi edición de bolsillo del Museo de la novela de la eterna, releí algunos fragmentos y algunas de mis anotaciones al margen. Luego comencé a escribir esta novela, que he decidido titular, ya desde ahora, Museo de la novela de la fugaz.

29 abril, 2007

Tirando la casa por la ventana, mi rey



No he querido privar a mis dos lectores de la risa provocada por la lectura de esta joya del más puro humor involuntario, por eso la transcribo aquí íntegra (respetando ortografía y sintaxis para su mayor disfrute). Se trata de una invitación para una fiesta mega cool ooouuueeeyyy, ¿ya sabes? Ay, papá.


*



Asi tipo te invito a mi Party de cumple que va a estar INCRE!! Va a ver de todo, como dice en la invitacion de tomar a mas no poder, musica de toda, vas a escuchar mis remixes y lo mejor voy a dar performance y este anno bueno va a estar poka mami porke le voy a meter produccion de 10.
Obviamente no cualquiera va a entrar a este evento porke a mis fiestas solo VIP ya que para entrar necesitas un brazalete que te voy a dar y que te permite el acceso al evento y a la barra.
Para los que digan que esta muy lejos que no saben llegar y fregadera y media. bueno va a estar esperandolos un autobus enfrente del oxxo de la ULSA y en el tepe mas abajo vienen los horarios de las salidas y ahi va a ser el precopeo en movimiento. bueno ya mas no puedo hacer por mis invitados y pobrecitos de ustedes si despues de todo esto me dicen que no pueden ir.
Lo que sea por ver a mis friends todos juntos ese dia.
Hablame y nos ponemos de acuerdo para darte tus boletos.
Bye!!!Esto es el 28 de abril del 2007 a las 10:00 PM comenzamos.


13 marzo, 2007

Sein und Zeit

...el tiempo amaneció despeinado y ojeroso.

La gente no hablaba más que del tiempo. El tiempo, a pesar de todas las protestas, quiere que se hable de él. Las conversaciones de los hombres están tramadas sobre esta sustancia fundamental: el tiempo. Hablar del tiempo ha sido y será siempre un rasgo irreductible del hombre. ¿Qué es el hombre? El hombre es un ser que habla del tiempo con sus semejantes.

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A. R.

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